Obtuvo más de 52 millones de votos; supera 60 por ciento del total

Arrasa Lula da Silva: "En Brasil la esperanza venció al miedo"

 

 

 


Stella Calloni
La Jornada

Sao Paulo, 27 de octubre. Finalmente Luiz Inacio Lula da Silva ganó. Y ganar

en Brasil con más de 60 por ciento de los votos significa que el ex obrero

metalúrgico fue llevado a la presidencia del gigante sudamericano por más de

52 millones de votos, la cifra más contundente en la historia de Brasil, que

lo convertiría incluso en uno de los jefes de gobierno más votados en la

historia mundial.

Lula recibió 61.31 por ciento de los votos, y el restante 38.69 fue para el

oficialista José Serra, del Partido de la Social Democracia Brasileña, quien

esta noche felicitó telefónicamente al candidato del izquierdista Partido de

los Trabajadores (PT) por su triunfo, previsto por todas la encuestas desde

su victoria en la primera vuelta del 6 de octubre.

Pero aun antes de que dieran las cifras oficiales los brasileños se habían

lanzado a las calles a festejar, y la multitud fue en aumento al paso de las

horas. Agitando banderas verdeamarillas de Brasil y las del PT con su

estrella roja; portando pancartas con leyendas cargadas de humor, unas cien

mil personas festejaban en esta ciudad, capital del corazón económico del

país.

La imagen de esos manifestantes -de origen humilde y de clase media, así como

artistas e intelectuales- que festejaban con miles de banderas ondeando al

viento, recordaba la Alameda de Santiago de Chile hace ya 32 años, cuando el

socialista Salvador Allende llegó a la presidencia, también tras tres

intentos anteriores, por la voluntad popular.

Pero no tanto porque ambos llegaron de la mano de partidos de tradición

obrera, sino por la felicidad en los rostros de los ciudadanos, especialmente

de los más humildes, que sentían que al fin habían podido alcanzar el

triunfo. "Por fin", "Se nos dio", eran algunas de las frases en boca de los

alborozados que a ritmo de samba festejaban, saltando por las calles, en algo

que se repitió en las principales ciudades del país.

"Los pueblos unidos llegan"

Pero también festejaban la contundente victoria de Lula los empresarios

embarcados en este giro que ha dado Brasil, y en un momento que difiere

profundamente de los años 70.

En esta ciudad industrial las bocinas comenzaron a escucharse poco después

del mediodía, y mientras iban pasando las horas la alegría y el entusiasmo

crecían, cambiando cierta rigidez local, que se traduce en la frase de que

"mientras los paulistas trabajan, los cariocas bailan".

Precisamente en Río de Janeiro las caravanas automovilísticas, con sus

bocinazos, dieron la señal para que una multitud comenzara a invadir las

calles de la ciudad para la fiesta.

En Sao Paulo fueron los grupos de militantes bailando en las calles y con sus

batucadas los que contagiaron rápidamente a todos. "Brasil muestra al mundo

que los pueblos unidos llegan", rezaba una enorme pancarta que portaban

varios jóvenes con sus caras pintadas o con las famosas máscaras de Lula. "Se

puede, se puede, Lula y el pueblo pudieron", decía otro cartelón.

Al menos en Sao Paulo hubo lugar para otro festejo, del derrotado Partido de

la Social Democracia Brasileña (PSDB), al que pertenecen el presidente

Fernando Henrique Cardoso y el candidato perdedor, Serra.

Aquí, el PSDB logró la relección del gobernador Gerardo Alkmin, quien se

impuso sobre el petista José Genoino, el cual había sorprendido en el primer

turno porque desplazó a Pablo Maluf del segundo lugar.

Sao Paulo, cuna del PT además de capital industrial, se ha convertido de

nuevo en la capital política del país, ya que ambos candidatos votaron en

esta ciudad. José Serra lo hizo en una zona residencial, donde se concentra

la mayoría de su seguidores. Lula lo hizo en Sao Bernardo do Campo, en las

cercanías de esta capital, donde vive desde sus tiempos de líder sindical.

Frente a la humilde escuela donde iba a depositar su voto lo esperaban desde

temprano cientos de fotógrafos y vecinos, lo que hizo difícil la entrada de

Lula y su esposa, Marisa. El líder petista posó para los reporteros gráficos

acompañado por su esposa y la jefa de gobierno de esta ciudad, Marta Suplicy.

"Ya ganó, ya ganó", gritaba una eufórica simpatizante petista, en este

municipio industrial, repleto de carteles que decían "ciento por ciento

Lula", y donde la crisis ha golpeado, acabando con más de medio millón de

puestos de trabajo del sector industrial en la última década.

"Es el momento más feliz de mi vida. Lo único que lamento es haber llegado

donde llegué 22 años después de la muerte de mi madre", dijo Lula, en el

único momento de tristeza que mostró en la eufórica jornada, que comenzó con

festejos desde temprano cuando el líder petista fue celebrado por su

cumpleaños 57 por familiares, amigos y simpatizantes. Curiosamente, al ser

registrado, a Lula se le dio por nacido el 6 de octubre, fecha de la primera

vuelta.

También el presidente Cardoso, acompañado por su esposa Ruth, votó en Sao

Paulo y luego partió para Brasilia, capital federal. Tras depositar su voto,

el socialdemócrata, que gobierna desde 1995 en una coalición con fuerzas de

centro y de derecha, dijo a los periodistas: "una vez más Brasil da una

demostración clara de que es un país democrático y que este acto electoral se

ha realizado en paz y tranquilidad. Gane quien gane las elecciones, éstas son

vigorosas, porque el pueblo se expresa y participa. Se trata de una disputa

entre patriotas, personas que tienen posibilidades de llevar adelante lo que

no se hizo en estos años: atender situaciones sociales, educación, salud,

reforma agraria".

Para Cardoso no hay vencedores ni vencidos, "porque a nosotros lo que nos

interesa es nuestro país, Brasil, que muestra la fuerza de su pueblo y sus

instituciones; un país republicano con demandas sociales que se solucionan

pacíficamente. Esto es una gran prueba de la democracia".

Ya en la noche, Serra reconoció el triunfo de Lula y le deseó "buena suerte

en el cumplimiento de las promesas y compromisos de la campaña", al tiempo

que felicitó a Carodoso por "honrar" al país en sus ocho años de gobierno,

que finalizan el primero de enero de 2003.

Serra admitió su derrota cuando el Tribunal Supremo Electoral dio las cifras

en que se reconocía la victoria de Lula, además de informar que los comicios

se habían desarrollado en una "aburrida" normalidad, cuando además la

votación con las urnas electrónicas -pesadilla el 6 de octubre para aquellos

que ni siquiera han tenido oportunidad de usar una computadora- fue más

rápida porque esta vez las opciones se reducían a dos.

El PT concentró a sus equipos en el céntrico Hotel Intercontinental paulista,

adonde comenzaron a llegar desde la tarde periodistas locales y extranjeros,

así como muchos delegados de diversos países, de partidos afines al PT y

personajes de toda América Latina y Europa para acompañar este histórico giro

de Brasil hacia la izquierda, que es interpretado como una enorme bocanada de

aire en una región sumida en graves situaciones sociales y económicas que

desdibujan a las democracias conquistadas tras los años negros de las

dictaduras militares en las décadas de los 70 y 80.

En las calles, los automóviles con seguidores de ambos contendientes se

cruzaban sin agredirse, lo que realzó el ambiente festivo, que en la noche

brilló más aún con la cohetería y la música en una marea roja, dada por las

banderas del PT. Lula tiene "la escuela de la vida", decía una mujer, en

alusión a las críticas de los adversarios del ex líder obrero sobre su falta

de capacidad para gobernar por no tener títulos universitarios. "Olé, olé,

olé, olé, Lula, Lula", gritaba la multitud que crecía cada hora.

Otras ciudades del país también festejaban la victoria de Lula, quien tendrá

que encarar la crisis de un país cuya economía es la undécima en el mundo

pero que tiene una desigualdad social que mantiene a 50 millones de personas

en la pobreza. El ex obrero cuenta con una base amplia, con promesas de hacer

un gobierno plural -su compañero de fórmula es el empresario José Alençar- e

incluso había dado a Serra señales de acercamiento, al comentar ayer que "una

vez terminadas las elecciones volvemos a ser amigos".

Como dato especial: la primera entidad en dar su felicitación a Lula fue la

Federación Brasileña de Asociaciones de Bancos, aun antes de que se dieran

los resultados oficiales.

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Lo difícil queda por delante, advierte

Sao Paulo, Lunes 28 de octubre. En Brasil "la esperanza venció al miedo",

dijo un emocionado Luiz Inacio Lula da Silva la noche del domingo. Con

parabienes para el pueblo por "el extraordinario espectáculo de democracia

que dio este día", el agradecimiento al actual mandatario, Fernando Henrique

Cardoso, por la "más sensata" transición democrática en la historia de

Brasil, y el anuncio de que convocará a todas las fuerzas políticas para

hacer frente a los problemas del país, comenzó su primera declaración como

presidente electo, en medio de aplausos y ovaciones.

Ya en la madrugada de este lunes, ante una multitud, advirtió: "lo que

hicimos ahora fue más fácil que lo que nos queda por delante".

Antes, junto al vicepresidente electo, el empresario José Alençar, y las

esposas de ambos, las dos de nombre Marisa, y con una enorme bandera de

Brasil detrás, el mítico dirigente del Partido de los Trabajadores (PT) habló

en una sala del Hotel Intercontinental, literalmente tomado por cientos de

periodistas, fotógrafos y camarógrafos, el equipo de campaña y las más de 120

delegaciones extranjeras llegadas para ser testigos de una victoria anunciada

e histórica.

"Brasil está cambiando en paz, y lo más importante, la esperanza derrotó al

miedo (...) Brasil no tiene miedo de ser feliz", dijo Lula en una corta

alocución, ya que apenas este lunes dará su primer discurso oficial y una

conferencia de prensa.

Al agradecer los más de 52 millones de votos recibidos, destacó que no sólo

fue elegido por su partido, sino también por los aliados en esta ocasión, por

lo cual, dijo, "seré el presidente de los 175 millones de brasileños".

Y ante la gran responsabilidad de gobernar Brasil y resolver sus graves

problemas, señaló que no será suficiente el equipo de la coalición ganadora

encabezada por el PT, y por lo tanto convocó a "toda la sociedad brasileña, a

sindicalistas, empresarios, intelectuales, trabajadores rurales" y otros

"para poder construir un país más justo, más fraterno, más solidario".

Asimismo se dirigió a la comunidad internacional, afirmando que Brasil puede

jugar un papel importante en este continente en relación con el crecimiento

económico y social "para todos sus pueblos", y se comprometió a trabajar con

el objetvo de que la paz "sea una conquista definitiva en el continente".

Al diputado José Genoino, su compañero de partido derrotado en las elecciones

para gobernador de Sao Paulo, le dirigió palabras de aliento y lo calificó de

"brillante". También hizo un reconocimiento especial a la saliente

gobernadora de Río de Janeiro, Benedita da Silva, recordando que su gestión

fue la mayor conquista para la población negra de Brasil.

Finalmente, siempre dominado por la emoción, se dirigió al empresario y

vicepresidente electo José Alençar, del Partido Liberal, agradeciéndole su

trabajo en la campaña y su decisión "de compartir el gobierno. Creo que este

compañero aquí fue una de las cosas más extraordinarias que ocurrieron en la

campaña".

Lula era esperado desde muy temprano en el hotel, pero prefirió hacer sus

declaraciones luego de que se confirmara oficialmente su triunfo.

Antes de aparecer en el hotel, para después saludar a las delegaciones y

dirigirse finalmente adonde lo esperaban decenas de miles de seguidores en

una extraordinaria fiesta, en la que participaban importantes artistas

brasileños, el líder del PT recibió el llamado de su contendiente José Serra.

Sin embargo, muchos interpretaron como un dejo de ironía que el oficialista

le deseara suerte para "el cumplimiento" de sus promesas de campaña.

Así terminaba una elección que da comienzo a una nueva historia para Brasil,

en la que Lula fue ganador en todos los estados menos uno, e incluso en casi

todas las embajadas brasileñas en el extranjero, según los primeros datos. A

nivel de gobernaciones, el PT no logró ganar en Sao Paulo, el estado más

poblado y rico del país, aunque el hecho de que Genoino hubiese llegado a la

segunda ronda contra todos los pronósticos ya era considerado una victoria.

En todo caso, la derrota fue más triste en Río Grande do Sul, estado que el

PT gobernaba desde 1988, a manos del oficialista Partido de la Social

Democracia Brasileña. Allí, según muchos analistas, el resultado se debió

sobre todo a disputas dentro del mismo PT, en el que algunas corrientes

ortodoxas no aceptaron fácilmente la política de alianzas para conquistar

votos y lograr una amplia base de gobierno.

En Brasilia, el PT aventajaba por apenas unos mil votos; eso, así como

denuncias previas contra el actual gobernador de centroderecha, Joaquim

Roriz, mantenían una especial tensión en el distrito federal.

Pero nada era más importante esta jornada que la victoria de Lula, el obrero

combativo y tenaz, de cuya integridad no han dudado ni siquiera sus enemigos,

y quien venció todas las barreras para convertirse en presidente de Brasil.

Emocionada, su esposa, también de humilde origen y viuda de su primer

matrimonio -Lula perdió igualmente a su primera esposa- admitía que aún no

podía entender el enorme significado de lo que está por delante, pero que no

duda de que su esposo cumplirá con todo lo prometido, porque lo ha hecho

responsablemente en todos estos años.

El desafío, en todo caso, es grande: gobernar un país con la cuarta peor

distribución del ingreso, hacer frente a una herencia de terribles

obligaciones financieras, el déficit público y el problema de la seguridad,

lo que el ex candidato presidencial Ciro Gomes calificó hoy de "herencia

macabra".

Todo esto en medio de jugadas de los poderes financieros, pero también con el

peso de las expectativa de millones de brasileños ansiosos de justicia

social, entre ellos los millones de campesinos del Movimiento de los Sin

Tierra, que aún esperan una reforma agraria en un país donde la distribución

de la tierra también es una de las más injustas del mundo.

Para estos brasileños deseosos de un cambio que cubra la deuda social, Lula

es un símbolo. También, como él mismo lo dijo, alguien que fue elegido "en

nombre de una generación que luchó por la democracia" y contra la dictadura

(1964-1985).

Esta noche, al dirigirse a más de cien mil manifestantes en la avenida

Paulista, Lula aseguró: "somos los que podemos garantizar una reforma agraria

y garantizar que la gente coma tres veces por día".

Recordó a todos los militantes que quedaron en el camino, y también a su

madre, quien murió analfabeta. Ella siempre le decía que lo más importante

que un hombre tiene es la dignidad, para poder mirar de frente a todos.

"Jamás dejaré de andar con la cabeza erguida delante del pueblo brasileño,

porque podré dormir con la tranquilidad de haber cumplido. Nosotros ya

vencimos todos los preconceptos que tenían contra nosotros, primero el miedo

a las banderas rojas, después el miedo a las barbas y muchos otros miedos,

pero ahora el pueblo me dio la oportunidad de probar que un tornero mecánico,

junto con un empresario, pueden trabajar por el país" para hacer lo que la

elite no consiguió.

"No traicionaré la confianza que ustedes depositaron en el Partido de los

Trabajadores, ocurra lo que ocurra", añadió.

 

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