Si Lula gana, despierta un gigante

 

 


Editorial de Liberación

Liberación

Si el próximo 27 de octubre Luiz Inacio da Silva, más conocido por Lula,

llega a ganar la segunda vuelta de las elecciones nacionales, Brasil el

inmenso gigante de América del Sur comenzaría su despertar.

Millones de brasileños apostaron al cambio, a elegir un presidente y un

programa contra la dependencia neoliberal. Un país con profundas

desigualdades e injusticias, pero con un potencial económico, social y

político como pocos en nuestra América.

Por ello no es casualidad de que la prensa norteamericana por estos días le

advierta al gobierno de Bush que con el posible triunfo de Lula, "se formaría

un nuevo `eje del mal´ en América con Fidel Castro, Hugo Chávez y las FARC"

(Washington Times).

Naturalmente tanto en el plano internacional como en el interno, las cosas no

serán fáciles y hay quienes ya auguran desde posiciones de izquierda, que las

amplias alianzas que tejió Lula y el Partido de los Trabajadores -PT- para

alcanzar el gobierno de 115 millones de brasileños, "le atarán las manos para

poder llevar adelante cambios en profundidad".

Por lo pronto, en el primer año de gobierno Lula tendría que renegociar con

los bancos (especialmente con aquellos que tienen la mayor parte de los

papeles de la deuda externa -el Morgan y el City-), comenzar a demostrar que

cumple con los que le eligieron para que rompiera con el neoliberalismo y

adelantar un programa en alianza con el sector productivo contra el

financiero, para poder así avanzar con el programa social basado en la

expansión del mercado interno de consumo popular, apoyado por la mediana y

pequeña empresa, y las formas cooperativas.

Podría comenzar un nuevo período en la historia brasileña, que hasta ahora ha

estado marcado por la sumisión al FMI y a Washington.

En el triunfo de Lula en la primera vuelta, jugaron un importante papel la

fuerza acumulada por el movimiento social a lo largo de todos estos años,

principalmente la Central de Trabajadores (CUT) y el Movimiento de los Sin

Tierra (MST). A pesar de que el máximo dirigente de esta última poderosa

organización Joaõ Pedro Stédile, no coincide totalmente con todas las

posiciones políticas del futuro presidente, trabajó en cambio por su triunfo,

porque el MST sostiene que, "un triunfo de Lula provocará un cambio

importante en las luchas sociales del país, abriendo un período nuevo, no

sólo en la profundización de la reforma agraria sino porque la vieja

oligarquía terrateniente sufrirá una derrota política y económica." El mismo

Stédile ha señalado, que lo más importante son las fuerzas sociales que se

aglutinan entorno de éste u otro candidato. Para él, la candidatura de Lula

lleva el símbolo de los cambios: la victoria dará ánimo a todo el pueblo

brasileño y generará un proceso de ascenso del movimiento de masas. El líder

campesino agregó: "Un gobierno de Lula va a necesitar movimientos de masas

organizados como sostén de los cambios." Según el MST, ningún gobierno va

hacer cambios por propia voluntad. Todos los cambios sociales que hubo en la

Historia fueron el resultado de importantes y profundas movilizaciones

sociales." Mirado en un contexto más amplio, la victoria posible de Lula en

Brasil dificultaría seriamente la imposición del ALCA en la región,

cuestionaría en los hechos la hegemonía imperialista; sería la primera vez

que en las últimas décadas el neoliberalismo pierde un fuerte eslabón; y por

último, con certeza, alentaría las luchas populares por el cambio en los

países vecinos, especialmente en Uruguay donde el Frente Amplio tiene

posibilidades reales de ser gobierno.

Dificultades y peligros de toda índole seguramente existirán en esa lucha que

se iniciaría por cambiar la dura realidad, pero eso no parece desalentar al

sufrido pueblo brasileño.

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